mentes sucias

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Venía ayer tarde caminando y escuchando en la radio a la presidenta de FEDALMA (Federación Española De Asociaciones pro-Lactancia Materna), quién exponía los casos de discriminación en los que, mujeres que estaban dando de comer a sus hijos por medio de la lactancia materna, habían sido expulsadas de lugares públicos como una biblioteca, el PriMark, el Mencabrona o hasta un restaurante de esos en los que el cocinero tiene no se cuantas estrellas Michelín y que, al parecer, tienen una enfermedad mental que les impide ver esa acción (la de amamantar con la teta) como un acto “normal” para convertirlo en uno pornográfico.

Tras la perplejidad del primer momento, porque alguien pueda rechazar o quejarse porque una mujer está amamantando a su hijo en público, pasé a pensar que esto era una postura viciada traída de la cultura norteamericana, dónde en un programa cultural en el que se intentaba explicar si el chorro de la orina era continuo o discontinuo y por tanto si por ella se podían contraer enfermedades, al hacer un muñeco en el que el pene era un trozo de goma transparente, el realizador le puso una hoja de parra al editar el vídeo para que no se viera. O dónde un ciudadano del estado de Virginia fue arrestado el año pasado, multado con dos mil dólares y un año de prisión por pasearse desnudo ¡dentro de su casa!, tras ser acusado por una vecina de exhibicionista.

Pero, resulta que el programa que venía escuchando abrió micrófonos a los oyentes y aunque casi todos parecían apoyar la lactancia en cualquier lugar, hubo una ¿señora? que dijo que “hay que contenerse, hacer callar al niño y esperar a mejor ocasión, porque hay muchas mujeres que no lo hacen por dar de mamar sino por exhibicionismo” ¡Madre mia! ¡Me imagino la escena vista con los ojos de esta demente en la que la madre viciosa, se saca la teta en la biblioteca municipal,  haciendo como que da de mamar a su niño, para que los estudiantes con ojos vidriosos, se exciten mirando la teta! (No sabéis lo que me ha costado construir esta frase porque, por mucha imaginación que le eche, no puedo imaginarme tal escena).

En un tiempo en el que en cualquier playa, no ya de la costa, sino en casi cualquier rio de pueblo o de ciudad de provincias, las mujeres toman el sol en TOP-LESS y, salvo los tontos de siempre, nadie ve problema en ello, que alguien pueda calificar de exhibicionismo un acto tan natural, animal o humano, como el de amamantar a un niño, me parece inaudito. Como decía Resines en Los Serrano, sólo los que tienen la mente sucia piensan suciamente.

En un punto del camino me encontré con mi compañera del 15-M Bea, que venía sonriendo por unas fotos en las que, al poner la primera piedra de un colegio privado, que construyen en suelo público y  con dinero público, se veía una  estampa propia de los años 50 del pasado siglo. Sólo faltaba el palio. Porque allí estaban la Collares (la de las peras y las manzanas que quiere limitar el derecho de manifestación) su homónima en Barajas, el cura del colegio y como no, el arzobispo Rouco con su sotana negra y su gorro purpurado.

Y fue cuando, tomé conciencia de que estos sucesos no son aislados. Ambos están relacionados con esa vuelta al nacional catolicismo que nos están instaurando desde el Partido Parásito. Todo forma parte del mismo plan de adoctrinamiento. Se vuelven a las inauguraciones oficiales con misa (alguien podrá decir que en un colegio religioso es normal que haya misa. Y no lo discuto, pero eso, si el colegio se construyera con dinero privado y en suelo privado. Y entonces sobrarían la Collares y su jabata). Se vuelven a los funerales de estado con misa mayor y mensaje subliminal desde el púlpito. Se vuelven a la criminalización de las manifestaciones e insisten en trasmitir esa idea yuxtaponiéndola con la del mal al negocio (cuando las manifestaciones traen negocio a bares y tiendas de bebidas). La insistencia es importante porque así han logrado esa idea instaurada de que el derecho de huelga no lo es (porque se contrapone con el derecho a trabajar, cuando es una falacia porque el uno no impide el otro) y el adoctrinamiento de que es una pérdida de tiempo y de dinero.

Como ya he dicho muchas veces, no entiendo como los demás no pueden ver esto con tanta claridad. Porque además, su postura intolerante consiste en criminalizar las posturas de los demás. Nosotros no criminalizamos si esta gente va a misa, están borrachos desde las tres, tienen querida o se van de putas (por ejemplo). Pero ellos no pueden entender que alguien quiera alimentar a su hijo en público, no pueden admitir que les hagamos saber nuestro malestar por medio de la manifestación. Todo lo que hagamos se opone a sus derechos (como si los nuestros no contaran). Ellos valen más que nosotros y tienen, por tanto, más derechos que los demás. Como decía el otro día el Ministro fascista del OPUS, en el mismo plano y con la misma intención que lo que hicieron con el derecho de huelga, nuestros derechos empiezan dónde acaban los de los demás. Y si quieren cortar la calle para una misa, procesión o partido de fútbol, no pasa nada porque tienen derecho a ello, pero si queremos cortar la calle para manifestarnos contra su intolerancia, entonces estamos pisando los suyos y por tanto hay que regularlo.

Y a lo peor estoy equivocado y saco las cosas de quicio. Pero lo veo tan claro.