Españistán. Una gran ciénaga de mierda.

¡Por fin se acabó el buenismo! Después de esa época empalagosa en la que parece imponerse el “tol mundo es bueno”, la caridad, las comidas de empresa con los gilipollas de tus compañeros a los que no aguantas y las cenas con los cuñados sabiondillos, inaguantables y listillos, se impone la cruda realidad. El mundo real.

Y evidentemente, una vez pasado el espejismo del bien, de la bondad y de la paz, la humanidad vuelve a ser lo que siempre ha sido: una epidemia para el medio ambiente, una cáncer para los demás seres humanos y una sociedad basada en el hijoputismo desilustrado en el que entre cuatro, controlan a cuatro mil millones.

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El sábado, 24 horas antes de que el Parlamento catalán se disolviera y se convocaran automáticamente nuevas elecciones, la CUP, ese partido que a pesar de su democracia y sus asambleas, la prensa paniaguada califica de antisistema, se mostró como el peor de los partidos prosistema, haciendo posible que el tipo que se subió el salario de alcalde un 18% en plena crisis o decidió poner candados a los cubos de basura para que los indigentes no pudieran rebuscar comida entre la basura en su localidad, fuera elegido Honorable President de la Generaitat de Catalunya. (Claro que también Pujol es Molt Honorable y se ha demostrado ser un renacuajo cincoporcientista que para si quisieran los mejores capos sicilianos). Que la CUP justifique la decisión para que en Catalunya sigan ejerciendo el desgobierno los que están acusados de saquear las haciendas, los que han hecho del recorte de los servicios públicos, en especial enseñanza y sanidad, el paradigma del liberalismo o los que han permitido más casos de brutalidad policial que en cualquier dictadura tercermundista, es decepcionante y muy, muy cabreante. Las personas deberían estar por encima de nacionalismos e de las ideas. Sin justicia social no hay democracia. Y querenos convencer a los que apostamos por que la autodeterminación tenga mecanismos rápidos y legales, o a los que les confiaron sus votos, de que la independencia es la panacea, es tomarnos por estúpidos y por retrasados intelectuales. Y eso que, al parecer, debe haber unos cuantos en Catalunya y en el resto del estado porque algunos se han autoconvencido de que a la mañana siguiente de la independencia, la pobreza, la injusticia, el robo, el expolio, el latrocinio y los recortes se habrán acabado y otros que se acabará el mundo y en España caerán las siete plagas bíblicas si los catalanes se independizan.

Unos y otros pueden meternos en un serio problema al resto. Y recordemos como se tomaron los “otros”, que también son fascistas, el ambicioso proyecto autonómico de los años treinta, excusa, entre otras, del golpe de estado del genocida enano eunuco.

No hay excusa que valga. El miedo a perder los escaños conseguidos de unos y otros es lo que ha llevado al acuerdo. Una vez más se demuestra que a los que se dicen representantes del pueblo, lo único que les importa es su propio cocido y el de los lobbys a los que realmente representan. Por otra parte, la política se ha demostrado como un malvado juego de mesa en el que los que juegan siempre ganan y los ciudadanos acaban pagando con la miseria. En clave nacional, el acuerdo abre la puerta a un gobierno de los otros fascistas intransigentes que eleve el nivel de pena de los que apostamos por el referéndum y el nivel de beligerancia entre los que se niegan a abordar un problema convirtiéndolo, como siempre, en una guerra que solo tiene solución bajo las armas.

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Por si no teníamos dosis suficiente de aterrizaje de bruces de la puñetera navidad, y para colmo, comienza la pantomima de un juicio en el que tenemos que ver como la fiscalía (que debe defender los intereses del estado y no el de los presuntos chorizos) se saca de la manga que hacienda no sólo no somos todos, sino que sólo somos los tontos que pagamos religiosamente nuestros impuestos. La hija del rey no puede ser una delincuente y cueste lo que cueste, el gobierno en funciones de los sobres, el mismo tresporciento, los mismos recortes y los mismos dilapidadores de lo que es de todos, pone todo su empeño en que salga sana y salva.

Sin justicia no hay democracia. Y por mucho que se empeñen en meternos hasta en ls sopa que la justicia es igual para todos, los hechos demuestran que La Pantoja se ha comido dos años de talego, mientras que el Molt Honorable, no sólo no sabe lo que es una celda sino que se pasea escoltado por policías que pagamos con nuestros impuestos. Los hechos demuestran que una madre desesperada que compra comida para sus hijos con una tarjeta de crédito ENCONTRADA, se come dos años de trena, mientras que el expresidente del FMI y sus amigos de Caja Madrid, siguen en la calle paseando libremente. Los hechos demuestran que la fiscalía es un órgano sin pizca de vergüenza que para defender a los chorizos de traje y corbata de seda, es capaz de decir que abuelos analfabetos eran plenamente conscientes de un producto tan enrevesado como las preferentes, mientras que la hija del rey, licenciada en económicas, no sabía lo que hacía cuando era titular de una de las empresas a las que su marido desviaba presuntamente los cuartos conseguidos a través de NOOS. Vergüenza, no, lo siguiente.

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Y para colmo, el rey, hijo de rey, que se proclama como soberano de todos los españoles, no tiene tiempo para recibir a la Presidenta del Parlament de Catalunya y le pide que le comunique el nombramiento del President, por carta. El afecto y el respeto del pueblo no se consigue por decreto ley, ni por la publicidad empalagosa de los periodistas prosistema. El respeto se gana con justicia, tolerancia y con el ejemplo. Y hasta ahora, su ejemplo es inmensamente más frustrante que el de su predecesor y eso que el listón estaba ya muy alto.

Si yo fuera uno de ellos y aunque nada más fuera por egoísmo tomaría nota del ejemplo Maria Antonieta que divisaba los inicios de revolución francesa desde la ventana con esa superioridad que creen tener los intocables, y decía no entender cuáles eran las quejas del pueblo y ante la explicación de uno de sus criados de que protestaban porque no tenían pan para comer pan, le espetó “pues que coman pasteles”. Maria Antonieta acabó con su cabeza separada por la guillotina. Y estos caraduras que se creen intocables, que exprimen al pueblo hasta dejarle sin sangre, tarde o temprano se encontrarán que lo que les niegan por las urnas y la democracia, se acaba cediendo con derramamiento de sangre.

Salud, república y más escuelas.