Episodio tres. El regreso de Don Claudio

¿Ha visto usted al Caudillo? Perdone pero yo no le conozco así que será Don Claudio.

¡Que bonita la amanita!

-tututu… tututu… tutututu…

Sacó la mano derecha de entre las sábanas y apagó el despertador. Para un día que podía quedarse acurrucadita entre las calentitas sábanas se le había ocurrido el día anterior ir a buscar setas.

Manuela nunca había ido a buscar setas. Ella era más de champiñón del Super o de setas de la frutería. Pero un día había encontrado unos boletus a buen precio, de una pinta extraordinaria y eso fue su perdición. Buscó una receta en la tablet, picó cebollita y ajo, los rehogó, añadió un poquito de coñac, dejó que se evaporara, incorporó los boletus, limpitos y troceados, les dio unas vueltas, añadió un cacito de caldo que tenía en la cazuela, dejó cocinar 5 minutos y ¡oye!, ¡manjar de dioses!

Los boletus estaban caros y en un programa de la tele, decía que eran fáciles de conseguir en bosques mediterráneos. Así que, tras un miércoles y un jueves de temperatura amable pero lluviosos, el viernes había salido el sol y para ese sábado daban buena temperatura, hizo propósito de madrugar e ir a la aventura.

Manuela, se montó en el coche y acompañada por una navajilla afilada y una cesta de mimbre compradas para la ocasión (lo había visto en la tele que es así como cogerlas porque las esporas caen por entre los mimbres y vas sembrando por el campo), emprendió el viaje de tres cuartos de hora que la separaban del campo más “salvaje”.

Una vez allí, se dio cuenta que la cosa no era tan fácil como decía la televisión. Los boletus no nacen con etiqueta y en el campo crecen infinidad de variantes desconocidas e incluso peligrosas. Así que, Manuela hizo uso de su archivo memorial e intentó buscar algún espécimen parecido a los que había cocinado o a los champiñones o setas de cultivo que compraba. Anduvo bastante por entre praderas y arroyos sin encontrar ni una sola seta parecida al manjar buscado. A la derecha, el camino se abría y llevaba a un bosque de robles y pinos. Ella creía que las setas salen en las praderas. Eso es lo que le había oído a su abuelo cuando era pequeña, pero como no había encontrado nada y el sol ya despuntaba y empezaba a picar, decidió meterse en entre los árboles. ¡Bingo! Nada más entrar, vio unos cuantos ejemplares que se parecían bastante a lo que estaba buscando. A la izquierda, entre cardos y ramas secas, apuntaba un ejemplar con paraguas marrón, feo, lleno de tierra y de maleza. Un poquito más hacia la derecha había una seta preciosa de color anaranjado y una especie de puntitos o lunares blancos. Brillaba mucho y era una seta preciosa. Un poquito más a la derecha había otras tres o cuatro cuyo sombrero era de color ceniza y un precioso tronco de color rojizo anaranjado.

Manuela abrió la navajuela y empezó a cortar con cuidado de no arrancar el cepellón (como había visto en la televisión) y fue poco a poco metiendo en la cesta las dos setas de lunares, las tres de tronco anaranjado y el feo del sombrero marrón y la tierra.

Camino del coche, se encontró con un paisano de los de boina calada hasta las cejas, pantalón de pana raído, faja enroscada en la panza y botas de zapatero artesano.

  • Perdone señor, le dijo Manuela. ¿Usted, conoce las setas?

  • Quiá, señora. Yo le puedo decir las que yo me comería y las que no.

  • ¿Podría echarme un vistazo a las que llevo en la cesta?

El anciano, metió la nariz en la cesta y empezó a sacar. Esta no, esta, no, esta tampoco, esta no, Esta no… Fue tirando al suelo todas menos la marrón llena de barro y pajas.

  • ¡Oiga, que me ha dejado usted sin setas!

  • Yo le he dicho las que yo me comería. Usted puede hacer lo que quiera. Yo no le digo que las del suelo sean malas. Pero en mi casa no entrarían.

Manuela, pensó que mucho trabajo, mucho madrugón y mucha caminata para solo una seta. Y las del suelo tenían una pinta excelente. Con sus tonos anaranjados y rojizos. ¡No podían ser malas!

Tres días después La Voz de Castilla publicaba que había ingresado en la UVI, una señora por ingestión de setas venenosas. En su casa habían encontrado en la basura, un boletus aereus y en la encimera un par de amanitas muscaria y un boletus de Satanás.

*****

En esta guerra en la que las trincheras son el sofá y las balas los medios de incomunicación, adoctrinamiento, adormecimiento y propaganda del pensamiento único, nada es lo que parece y la ética, la moral y los valores cívicos se han vuelto metralla.

El pensamiento fascista ha sido inoculado en nuestra sociedad a través de esos medios. Si reclamas la injusticia de que metan en la cárcel a unos actores por una obra de marionetas, estás a favor del terrorismo de ETA. Si defiendes que Otegui estuvo encarcelado como preso político porque no pudieron probar que militara en la banda terrorista (y si ellos, con sus medios no pudieron probarlo, lo normal es que no fuera) también eres ETA. Si recuerdas que hubo un presidente bajo cuyo mandato se enterraron a PESONAS (inocentes, para más escándalo), confundidas con terroristas, en cal viva, eres un desgraciado que quiere remover el pasado, si recuerdas que sigue habiendo miles de españoles enterrados en fosas comunes junto a una cuneta, también eres un desgraciado terrorista. Pero si no condenas el fascismo, el franquismo, el nazismo, entonces eres muy responsable y cabal porque hay que olvidad el pasado. Un pasado te abre las puertas de la decencia y el otro el del terrorismo. Uno te hace héroe y el otro terrorista. Todo ello bajo el prisma de la democracia en la que votar directamente es malo y decidir por ti mismo es cosa de antisistemas.

Esta es una guerra mundial con batallas locales. Como digo, la trinchera es el sofá, la calle, el trabajo, allá donde puedan hacerte callar con el pensamiento único, allá donde la verdad que se defiende es la que sale en la tele. En Estados Unidos, se presenta a las elecciones con posibilidad de ganarla, un tipo misógino, fascista, homófobo, sexista, intolerante, indecente, analfabeto cultural,… que quiere levantar muros contra la inmigración y lo más delirante es que puede salir elegido con los votos de los inmigrantes hispanos.

En la UE, se permiten los muros de la vergüenza. Se impide el acogimiento humanitario de cientos de miles de desplazados, a los que se les niega el carácter de refugiados, que huyen de una guerra cuyos culpables son los que manejan las políticas nacionales, principales intermediarios en las ventas de armas. Se suspende la libertad de movimientos entre países. La los hijos de la Gran Bretaña, se les permite estar, sin que tengan que cumplir los mínimos democráticos de la decencia de la igualdad y del acceso a la sanidad, la educación y los derechos laborales. Durante años se negaba la entrada a estados porque no eran democráticos y ahora se ejercen políticas fascistas como el que bebe un vaso de agua.

Estamos perdiendo la batalla por incosciencia, por desconocimiento y por que la propaganda no nos deja pensar. Estamos en pleno bosque vietnamita donde la televisión es el altavoz desde el que se lanzan consignas de atolondramiento y decaimiento general.

Setenta años después de derrotado el nazismo, Goebbels trabaja para todos nuestros gobiernos. Setenta años de acabada la segunda guerra mundial, el fascismo va ganando la batalla y va imponiendo sus mantras y aseveraciones. Setenta años después de la lucha por la libertad, nos están cambiando la nuestra, tornillo a tornillo, clavo a clavo para que, cuando despertemos y seamos conscientes de que este puente, ya no es el puente de la libertad, no podamos hacer nada.

Franco, Hitler y Moussolini, están gobernando Europa y pueden gobernar el mundo.

Daños colaterales universales

Los nazis ascendieron al poder tras el crack del 29. En USA y también en Europa, el paro, la pobreza y el desencanto de una población asfixiada hasta la inanición, hicieron que los cantos de sirena de los extremistas (trabajo, progreso y riqueza) embelesaran a la idiocia hasta hacer que, en Alemania,  el partido de la cruz gamada rozara la mayoría. Muchos de los empresarios de entonces, vieron en las arengas de esa formación xenófoba y nacionalista, una puerta abierta al enriquecimiento desmesurado y al control de los obreros para convertirlos en sumisa y silenciosa mano de obra barata.

A pesar de todas las arengas, de las mentiras, de la manipulación y de la violencia, nunca fueron mayoría (ni siquiera tuvieron mayoría en las elecciones) y obtuvieron el poder único a base de violencia y de forzar situaciones. Y a pesar de todo ello, hubo gente que se opuso a ellos, en Alemania primero y fuera después. Y recordemos que en otros muchos países los nazis cayeron bien antes de que se liaran a invadir media Europa.

Fueron los ciudadanos que se opusieron al régimen nazi los que prendieron las yesca que acabó con ellos. Stalin firmó un pacto de no agresión con Hitler y sólo cuando Alemania invadió Rusia se dieron cuenta de lo que el sargento venido a Fürer pretendía.

Muchas veces hemos comentado aquí que la situación actual se parece bastante, salvando las distancias, a la situación de la Europa de los primeros años treinta del pasado siglo. Y muchas veces hemos dicho que esta estafa es una guerra económica. Una guerra cuya finalidad no es la de anexionar territorios sino la de extender una ideología por el mundo de forma que, cuando la guerra acabe, se hayan acabado las relaciones laborales de igualdad entre empleados y empleadores (haciendo de los primeros sumisos súbditos de una nueva era feudal), se hayan acabado los derechos, la sanidad y la educación universales pasando a una nueva situación mundial (un nuevo orden) en el que cada individuo se “busque la vida” de forma individual. Tendremos vacaciones, seguro médico y educación para nuestros hijos si lo podemos pagar y si no, acabaremos muertos en cualquier callejón y explotados por los que si tienen dinero y poder.

También hemos dicho que el punto de partida de esta guerra económica no ha sido lo que llaman crisis ( y que es una estafa), sino la caída del Muro de Berlín y la llegada al poder de un mal actor y peor presidente en los Astados Unidos y de una borracha egocéntrica y machista en el Reino Unido de la Gran Bretaña. Una vez que éstos dos motores de la economía mundial instauraron esas ideas de muerte a lo universal (que no a lo público pues se enriquecen a través de lo que es de todos y acaba en manos de unos pocos) en ambos países, la recién unificada Alemania y la Europa de los Mercaderes fueron tomando la misma senda hasta llegar a dónde estamos ahora.

Predican la austeridad, pero no dan ejemplo. Mientras le roban los derechos a los trabajadores, mientras les hacen trabajar por apenas 400 euros al mes, ellos cobran salarios indecentes. Mientras maldicen lo que debe ser universal (sanidad, educación y derechos sociales) viven y hacen que sus poderosos amigos se enriquezcan ilícitamente a costa de lo que llaman privatizar y que no es otra cosa que expoliar (es el mismo concepto que usaban los soldados en las guerras medievales de arrasar aquellos poblados conquistados. Aquí se arrasa con todo lo que es de todos y se les da a unos pocos para que se enriquezcan con ello). Mientras maliciosamente ponen a la sociedad contra los que trabajan en lo universal porque no se atienen a sus planes ni se amoldan a sus consignas, mintiendo sobre el coste de sus salarios y sobre el coste laboral de esos trabajadores, nombran secuaces que cobran tres y cuatro veces más y que son diez veces menos efectivos. Mientras engañan a la población con el famoso palo y la zanahoria que cuelga, esperando que un mañana que nunca llega traiga el tan ansiado fin de la estafa, el ciudadano se instala en una espiral que les lleva a la miseria, al hambre, al paro y a la sumisión.

Pero al igual que los nazis no contaban con todos aquellos díscolos que desde dentro del sistema espiaban para que los “aliados” supieran los puntos flacos de ese sistema y sus intenciones, éstos verrones del liberalismo no han contado con los efectos perversos de sus medidas y con la difusión extrema de los mismos a través de una cosa que habían ignorado: la red.

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Así nos enteramos de que ese mañana zanahoria que cuelga del palo que nos han instalado a golpe de deformativo televisivo en nuestro cerebro, está cada día más lejos. Nos prometieron que a mediados del 2013 la Unión Europea empezaría a crecer y acabado el cuarto mes de este año resulta que toda Europa se encuentra en recesión. Incluida la Alemania que exporta el 65% de sus bienes de producción al resto de la Unión y que, ve como la asfixia económica de sus socios no puede comprar sus maravillosos productos conseguidos a base de inteligencia extranjera y de mano de obra a pelo puta. Salvo los cuatro cenutrios que se están enriqueciendo con las medidas instaladas, el resto empiezan a ver las orejas al lobo del liberalismo y las barbas del vecino caerse a ronchones.

Desde Francia Hollande, reclama una revuelta europea que acabe con la tiranía de la Pomfret y de todos los bucaneros liberales.

En el sur de la Unión, se está instaurando ya el modelo chino: trabajar muchas horas por poco salario y sin condiciones ni derechos. Eso, lleva al refrán español de la pescadilla que se muerde la cola. El bajo nivel adquisitivo provoca bajadas estrepitosas de consumo que a su vez provocan ceses de producción, más paro, peores condiciones, economía sumergida, menos ingresos para el estado, más insostenibilidad de lo universal, menos derechos, menos salario y vuelta a empezar este desatinado bucle.

No debemos descansar en reclamar el cambio de estrategia que no puede ser la vuelta al crecimiento inagotable de hace unos años, sino una economía basada en el bien común, en el reparto de los beneficios del trabajo y en evitar a toda costa que los recursos sean maltratados y ese capitalismo desmesurado de comprar bienes sin ton ni son que se aparcan en un rincón y acaban en la basura consumiendo energía y recursos.

Debemos reclamar un reinicio de la humanidad basado en la igualdad y no en la explotación. Porque de no ser así, acabaremos en el final de este camino del que llevamos gran trecho ya recorrido: la nueva edad feudal. Y no olvidemos que esa nueva era no sólo traerá el fin del bienestar, de los derechos y de lo universal sino la explotación de los bienes universales (agua, tierra y bienes de primera necesidad) por unos pocos.