Veletas, quijotes y sanchopanzas

Si algo nos caracteriza como pueblo es la ignorancia. Ignorancia que nos lleva a saber de todo sin tener idea de nada, que nos hace no fiarnos del prójimo aunque sea nuestro propio hermano y que nos llena de un profundo miedo que nos lleva a creer que a nosotros nunca nos pasarán “esas cosas”. Quizá cuarenta años de caspa fascista sean los culpables. Quizá cuarenta años de enseñar una historia inventada y maquillada han dejado una huella imborrable. Quizá el humo de los cirios se nos coló en el ADN y al más puro estilo de Santa Teresa entramos en éxtasis igual que cambiamos de opinión, nos derrumbamos o seguimos al rebaño.

Cuarenta años de martirio fascista nos hicieron más chauvinistas que los propios Gabachos. A base de repetir lo de “Una, grande y libre” se nos cinceló en el alma haciendo que el resorte nacionalista esté agazapado como el muelle afilado de una ratonera que salta por simpatía. Uno puede ser muy social en su pensamiento y forma de actuar. Puede estar comprometido en la lucha contra el racismo y contra las injusticias sociales. Pero que su “Una, grande y libre” no se la toquen porque al igual que la princesa de la idiocia, por su “España, matan”. Da igual si los políticos nos roban, no cumplen, se forran con nuestros impuestos o hacen negocio destruyendo los servicios públicos, porque nada es tan importante como la unidad de España y que esos rijosos catalanes que se han creído el hoyo del donuts sigan formando parte de la misma. Si nos dejan sin salario, sin derechos, si debes trabajar diez horas y te malpagan ocho, si no tienes vacaciones ni contrato, si te insultan en el trabajo, si estás de los nervios porque además de tener que ir a Cáritas a buscar comida para mantener a tu familia, tienes que soportar al negrero de tu jefe que te instiga, acosa y te vuelve majara, nada es importante si los malvados catalanes quieren independencia.

Y es que en esta país se pasa de la noche al día en menos de 10 segundos. El día 1 de abril de 1975 la muchedumbre habitual vitoreaba al fascista eunuco como todos los años en la Plaza de Oriente. Al año siguiente, ya no había franquistas en España. Habían desaparecido como por arte de magia. En Junio de 1976 Suarez ni existía ni tenía simpatizantes. El 15 de Junio de 1977 arrasaba en las urnas. Todo español de bien era de centro. En 1981, cuatro años más tarde no sólo le echaron de su propio partido sino que todos aquellos franquistas que habían desparecido como por arte de magia, pero que le habían votado en el 77 y 79 le abandonaron para irse a la marca fiel del franquismo: la que representaba el ex-Ministro de la Gobernación y causante de la carga policial y las muertes de la huelga de Vitoria en 1976.

Lo que quiero decir con esto es que nunca conseguimos nada por nuestros propios medios porque somos muy quijotes de puertas para afuera y muy sanchopanzas a la hora de tomar decisiones. Nos manejan como quieren y somos capaces de ir a misa y cagarnos en dios con la misma convicción. Tuvimos un rey, Carlos V que vino a recibir el oro y la plata que venían de América para llevárselas a los Países Bajos,(dónde los prestamistas daban buena cuenta de ellos) y lo convertimos por arte de Birlibirloque en el Emperador español Carlos I. No sabía hablar castellano y el país se la renfinflaba, pero en lugar de darle una patada en el culo, se lo dimos a su madre, la tratamos como loca y nos genuflexionamos ante el primer bárbaro alemán de la historia de Europa. Montamos una rebelión, no por los malos tratos, por el hambre o por las malas condiciones. No. la montamos porque a los señores y rufianes (o rufianes señores que también los había) les recortaron la capa. Algo que era como ahora lo de Cataluña. ¡Vamos! ¡Lo más importante del mundo mundial! Le quitamos todos los bienes a la iglesia a fin de modernizar el país y en la primera ocasión que un fascista se hizo con el poder, se los devolvimos con creces. Echamos a patadas a un gañán medieval como Fernándo VII, hijo de un cornudo inútil, y lo trajimos de vuelta unos meses más tarde para que nos pusiera el yugo encima.

Los españoles, somos la hostia, viva la madre que nos parió” dice la copla. “Más vale lo malo conocido, que lo bueno por conocer” dice un refrán castellano. Entre vanaglorias y estupideces hemos creado un país lleno de maleantes que nos sangran por los cuatro costados. Maleantes que encima imponen sus creencias como dogmas de fe y que repetimos como papagayos. “Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”, “Los servicios públicos son insostenibles”, “El sistema de pensiones es inevitable que quiebre”, “Los recortes son el único camino”, etc, etc, etc. Somos capaces de votar a quién nos ha robado hasta el hastío, y lo justificamos con los desmanes del contrario (como si no fuéramos capaces de discernir lo malo venga de dónde venga). Y sobre todo, estamos comprometidos sólo con dos causas: el nacionalismo español y el jurgol.

Y eso, lo saben los teutones. De ahí que en lugar de invadir con tanques a sus vecinos como en el pasado, nos ha invadido económica y políticamente. Ya no necesitan toda Europa. Les sobra con sangrar a los gilipollas y quijotes del Sur.

8 comentarios en “Veletas, quijotes y sanchopanzas

  1. Y con todo y con eso, España es uno de los Estados más antiguos del mundo ¡Increíble! Desde 1808 hasta 1975 uno no se explica cómo este jodio país pudo mantenerse unido: ¡Vaya Historia!

    Desde el mito fundacional encarnado en los Reyes Católicos, España no ha hecho otra cosa que vivir del cuento manteniendo su unidad a costa de los intereses de las grandes oligarquías financieras y terratenientes que explotaban a propios y extraños. Hasta la trajedia del 98 se vivía de la explotación de las colonias gracias a los financieros extranjeros, después aprovechando el conflicto internacional con dos guerras mundiales en las que nos quedamos al margen pero aprovechando oportunidades de negocio. España ha sido un país que conformó una clase oligárquica de conquistadores cuyo negocio estaba en esquilmar todo lo que se meneaba sin importarle nunca lo más mínimo el pueblo, eso sí supo echarle santos y gestas heróicas para que pudiera presumir hasta nuestros días de ser un «imperio donde no se ponía el sol». Y todavía muchos lo ven así.

    La realidad es que esa clase oligárquica es capaz de vender a su propia madre y lo sigue haciendo; han enseñado al pueblo a cantar eso de «yo soy español, español, español…» y todos tan felices. Ellos a forrarse vendiendo el Estado de bienestar y el pueblo se manifiesta masivamente cuando gana la roja. Y cuando salen los pocos a los que les queda un poco de sentido común se les señala como antisistema.

    Evidentemente el sistema español es una gran cagada, pero solo nos damos cuenta de que huele a mierda cuando salimos fuera y volvemos. Los jóvenes preparados están saliendo, manejan internet y nos cuentan como huele fuera. Ya sabemos que hay que empezar a ventilar… Después toca limpiar la mierda y para ello hace falta eliminar partidos asentados en sistemas clientelares que miran por sus propios intereses desatendiendo las demandas de la sociedad.

    Salud, calle, redes y desobediencia civil.

    • Cada día me asombro más, Red. Interpretas siempre perfectamente lo que quiero decir y eso me gusta, porque me ayuda a transmitir el mensaje.
      Ayer contaba una de esas jóvenes que se han ido de España porque aquí la ofrecían trabajos de muchas horas y cuatrocientos euros que ahora gana en Bruselas 2500 euros brutos. ¡Casi lo mismo! Y es que la oligarquía española, esa que ha presumido durante años de que en España nunca ha habido esclavos (lo que es una patraña como una casa), a falta de otros a los que explotar, ahora lo hace con sus propios congéneres.
      Pero la idiocia sigue con esa idea aprendida de la televisión de que los explotadores crean riqueza y empleo. Y como dije en el post, más vale pájaro en mano que ciento volando (otro de los refranes que nos definen perfectamente).

      Salud, calle, rebelión y desobediencia.

  2. La España de charanga y pandereta, de cerrado y sacristía -como versara Machado. O aquél ¡Insoportable país de cabreros! -Como la definiera Gil de Biedma. Una piel de toro que, como también ilustró Goya en alguno de sus cuadros, andaba a garrotazos y en persecución inquisitorial contra todo lo que oliera a libertad, avance y progreso.

    Es el nuestro un país en donde como dice Cele, los bandazos están siempre presentes, como las dos caras de una moneda en constante caída sobre uno de sus lados. Aunque desgraciadamente siempre suele caer “por el lado de la cruz”. No en vano hemos sido “la reserva espiritual de Occidente”. La Tradición siempre estuvo defendida a “capa y espada” Los escasos momentos en que pareciera que avanzamos un paso eran cercenados violentamente por la razón de… la fuerza. Cuando se vislumbra en el horizonte un nuevo período de libertad, se suele hacer, no con guillotinas precisamente, sino como una fiesta. La última fue un 14 de Abril del 31. Y, aunque nunca se avanzó tanto en tan poco tiempo, de nuevo las fuerzas de siempre cercenaron todo con sangre y violencia. No cabe dudas: la Historia la escriben siempre los que vencen, y aunque creemos que el tiempo todo lo recoloca en el lugar que le corresponde, esto también deja de cumplirse en este país. Ochenta y tantos años después aún no se puede tocar el franquismo. La defenestración de Garzón es la prueba de ello. Otra ley no escrita que parece gravada en la genética: “España es… diferente” Y pareciera que hemos asumido que todo ha de funcionar al contrario que en nuestro entorno. Como una versión actualizada del ¡Vivan las cadenas! Lo vemos cada día. Cuando desde la manipulación mediática, una educación inestable e incompleta -una presa que no han conseguido soltar los de siempre-, de la mano del interesadamente fomento del analfabetismo político, nos retrotrae en estos momentos hacia atrás en el tiempo nuevamente.

    Y la protesta surge en la calle, con alegría festiva, con esperanza, un 15 de Mayo. Con una grandeza de espíritu que no se corresponde proporcionalmente con lo que las fuerzas de siempre nos están quitando, impunemente, una vez más.

    Lo que sigue, está por escribir aún. Y dependerá muy mucho de cuantos, conscientes de lo que está pasando, y con la perspectiva del de donde venimos, hagamos o contribuyamos a hacer.

    Salud, calle, redes y desobediencia.

    @narboneando

    • La educación se consiguió quitarsela a las manos manipuladoras precisamente en la Segunda República. Y esa fue una de las principales causas del golpe de estado del 36. Si no puedes manipular las mentes de los críos, no podrás seguir viviendo a costa de ellos durante siglos.
      Como siempre, un honor que escribas aquí.

      Salud, amigo

    • Y «el que inventen ellos». Otro cromosoma engastado en nuestro código genético, amigo Narbona. Un placer leer tu reflexión.

      SCRyD

  3. Cierto. Es uno de los principales logros de la Segunda República: Quitar de las garras de las sotanas el monopolio de la Educación. Y el fomento sin precedentes de erradicar el analfabetismo dándole a la Escuela Pública el valor que merecía y necesitaba. Algo excesivo para el oscurantismo de siempre.

    La vuelta atrás fue demoledora. Todavía hoy pagamos las consecuencias.

    Estupendo artículo y bien complementado por el comentario de Red.

    Salud amigos. Y… el honor es mío, Cele.

  4. Así es Red, y nunca como ahora esa frase (que la tengo en el pensamiento constantemente) ha estado tan vigente. También forma parte del código genético. No sólo se ha desmantelado el poco tejido industrial que teníamos, es que toda la inversión en la que estábamos siendo pioneros, como la realizada en energía renovables se ha ido al traste. De la noche a la mañana, desmantelado todo lo relativo a investigación. Y su personal puestos en la calle. Emigrando con el bagaje de sus valiosos conocimientos para ponerlos al servicio de quienes, fuera, sí saben valorarlos.

    Las únicas partidas que estos impresentables no han tocado son las relativas a «DEFENSA» (La espada) y a la IGLESIA (La Cruz). Algo elocuente. Es más de lo mismo. Es la España de siempre. La que, como las mareas, va y viene. O mejor, la que no se va nunca. Que repite, como el bolero de Ravel, la misma melodía con variaciones puntuales.

    Los dueños del cortijo no tienen ningún nivel. Dan asco. Un asco profundo. Hasta el hartazgo.

    Es un gusto que estéis ahí, amigos.

    SRCyD

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