Injusticia

Desde la ventana de casa, Manuel se envuelve en el oscuro manto que cae sobre la ciudad. En la temblorosa boca, sujeta un pitillo a medio consumir. La ceniza le resbala por uno de los tres jerséis de lana que cubren su entumecido cuerpo. Ya no hay dinero ni para televisión. Hace meses que no se ducha porque el agua sale tan fría que serviría para echársela al whisky ( si pudiera pagarlo) y en el ambiente se respira un gélido vaho que le quitaría las ganas hasta a un esquimal. Sus pequeños ojos tristes buscan el infinito desde la ventana de la cocina. Así pasa las horas. Por el día aún le entretienen los juegos de los niños del cercano parque. Al atardecer, cuando las sombras acompañan a la luz de las farolas, su mirada se pierde en el infinito y su mente en lejanos tiempos de juventud.

La cocina es la única estancia que aún no se ha convertido en un congelador. Y eso gracias a que la casa es antigua y aún conserva ese fogón que alimenta unas pocas horas al día a base de cartones y maderas que encuentra por la calle. Pocas, porque su salud ya no está para recorrerse el barrio completo. El asma que se le ha acrecentado como consecuencia del frío, del moho que ha salido en dos de las tres habitaciones con las que cuenta la casa y del tabaco que no sabe dejar. Para colmo, el ventolín ahora es de pago y con sus quinientos noventa y ocho euros euros de pensión no les da ni para malcomer. Los cuatrocientos que pagan de alquiler se llevan la mayor parte de sus ingresos. La luz que hay que pagar cada dos meses y que, aunque hace un par de años sólo la utilizan lo imprescindible, les ha quitado treinta euros este mes. (Como tiene mucho tiempo libre y poco que hacer, durante las horas del día, se ha entretenido en observar detenidamente el recibo. La potencia que antes se facturaba a 0,059 ahora se la cobran a 0,98. El precio de los kilovatios consumidos se ha cuadriplicado en los cuatro últimos años. Piensa que de haber puesto unas horas al día el radiador, no podrían haber pagado el recibo). Las medicinas, otros ocho euros. El teléfono hace años que se lo quitaron y los recibos de la Comunidad llevan cogiendo polvo en el aparador de la sala desde hace más o menos dos años. Lo primero es comer. La pobre Margarita, su mujer, ya ha pasado de tener vergüenza y se acerca una vez al mes a Cáritas y otra a la Cruz Roja. Allí les sirven arroz, garbanzos, espaguetis, leche y alguna que otra pieza de fruta. El tabaco se lo regala Julián el del estanco que les tiene aprecio. Aunque por no abusar y porque Manuel no debiera fumar con su asma, sólo se los coge una vez cada quince días. Julián les regala tres o cuatro paquetes que Manuel consume con inquebrantable periodicidad y parsimonia.

Antes, le gustaba escuchar la radio. Ya no. Desde que les quitaron el piso, ya no. Los periodistas no se portaron bien. Entraron en la casa con la excusa de hacerle una entrevista y al salir informaron a la policía del número de personas que había dentro, dónde estaban puestos los muebles y les dieron la pista de que en la ventana del baño no había nadie. Por allí les echaron. Ellos no debían nada, pero su sobrino les había engañado. Avalistas les dijo el banco que eran del negocio inmobiliario que se llevó la crisis. Ellos no lo sabían. El banco no entró en razón y el juez tampoco. Cuarenta y siete años de duro trabajo. Los primeros sin ganar nada, como aprendiz. Luego aquella habitación de recién casados que compartieron durante otros quince años en casa de la prima de su madre. A base de no salir, de comer poco y de no gastar, lograron dar la entrada para el piso. Luego otros veinte años de sacrificio. Y al final, un caradura al que habían visto tres veces en su vida, les llevó a la ruina. Su engaño les había dejado sin casa. Y encima agradecidos porque el banco les dejó el piso que ahora habitaban, con un llamado alquiler social que se llevaba casi tres partes de la pensión. El mismo banco que además del piso, les había robado los ahorros de su vida cambiando el plazo fijo por las preferentes.

Hoy ha anochecido con el cielo teñido de rojo. El frío vendrá con mayor intensidad en los próximos días. Si llueve o nieva, no podrán calentar la cocina y tendrán que comer tirando del butano. Manuel sabe que se acerca el final. No podrán sobrevivir a otro invierno frío.

Relato Corto © J. Celemin 2013

7 comentarios en “Injusticia

  1. Un muy conocido y más reconocido aún internacionalmente director de cine, español, pero al que en en nuestro propio país se le ningunea sistemáticamente -y eso sí que es «MarcaEspaña»-, comentaba que una fuente de la que se nutría para las historias que contaba nacían de los recortes que entresacaba de la prensa cada día a primeras horas de la mañana.

    Es decir, hacía cumplir el axioma de que «la realidad supera la ficción».

    Es lo que me ha venido al pensamiento leyendo tu relato. Y también las pinceladas de una sórdida existencia a la que se ven obligados y sometidos aquellos que no sólo son los más débiles, sino que las consecuencias de la estafa generalizada en la que unos tiburones nos han metido, en su caso les pilla cuando están fisicamente en la última etapa de la existencia que es cuando más ayuda externa se precisa.

    Volvemos a la caverna. La involución se consuma día a día. Y la misma ideología que a muchos jodió su juventud, ahora, también les joderá la vejez.

    Salud, amigos.

    • La realidad siempre supera la ficción. Y en el relato se habla de 600 euros de pensión al mes. Muchos, ni siquiera llegan a eso. Y otros tienen diez bocas que mantener.

      Salud, amigo

  2. Buenos días, amigo Celemín. Pues sí has reflejado perfectamente la vida de muchos españoles en la actualidad.Lo triste,siento ser siempre pesimista, es que pocos se mueven para cambiar esta situación. Nos quejamos,si, pero no nos movemos…
    Ayer Rosa Maria Artal, en su blog, explicaba como The Independent, se hacía eco de esta misma situación de muchos ciudadanos en UK y pedía la toma de decisiones al respecto, y eso sin tener en cuenta que allí el salario medio es más alto y el consumo que suponía gas y luz conjuntamente ascendía al mes a unos 100€ al cambio.
    Aquí ,nadie se ha planteado tomar medidas,es más creo que nos tienen donde nos querían y que este es el objetivo de este gobierno genocida. Si ,genocida, muchos dirán que es exagerado, y que hace referencia a otros países que ven por la tv.pero un gobierno que condena a la miseria y con ello a la «infravida» de la mayor parte de su pueblo para enriquecer a unas pocas elites , es un GOBIERNO GENOCIDA.

    Salud y buen día a ti y a tod@s los que compartimos Tu espacio

    • Aqui a migo, como dije ayer en le blog de Rosa, no hay debate porque quién debiera estar al frente, está embargado en el latrocinio.

      Salud amigo.

  3. Es doloroso saber que cada vez más están como describes y lo peor de todo esto es que muchos ni sospechan que pueden acabar en esa situación. Manuel se llamaba un pequeño empresario que acabó en un lugar parecido o peor que una cárcel. No pudo soportar la situación por mas apoyo que se le prestó y un día por la mañana nos dejó con la ayuda de una sábana. Por eso la importancia de la prevención pero a estos estafadores/trileros solo les importan los números de sus cuentas corrientes y lo hacen todo para que sus nietos sigan con los bolsillos llenos.
    Entre otras cosas prendió el sentimiento de culpa y ahora miles y miles solo están a ver como salen del día a día.
    Salud mucha salud
    PD. Jorge , Alex,Gisela, Alex2 y Juamna dicen que no apoyemos desde la plataforma que enlacé ayer. Abrirán un blog y crearán una plataforma que piensan llamar Yonotrago para unificar todas las luchas.

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