Cuento: Bodegón coetáneo

-Se acaba de ir al baño.

-¿otra vez?

-Si.

-Joder con la tipa esta, le damos trabajo, le pagamos trescientos euros para que de de comer a sus mochuelos y se pasa todo el puto día en el baño. Luego pedirá explicaciones porque hoy tendrá que quedarse dos horas más. Porque es amiga de tu hermana que si no, ¡de que!

María José, se lleva la mano al dorso y se palpa los intercostales. Le duelen mucho los riñones y tiene las piernas inflamadas de las varices. Hoy lleva once horas y media continuas de pie y aún le queda media hora. Eso si al cabestro de su jefe no se le mete en la cabeza que ha de quedarse más tiempo. Maldice la hora que su amiga Luisa le comentó que su hermano estaba buscando una camarera para un par de horas al mediodía y dos horas más por la noche. Maldice la hora que aceptó, porque su contrato de cuatro horas dividido en dos horarios, se convierte muchos días en jornadas interminables desde la una y media del mediodía hasta la una y media de la madrugada. Sábados, domingos y festivos siempre es así y ahora, en esta Semana Santa, con el calor que está haciendo, ni te cuento. Maldice los cincuenta euros que le dan a cambio de tanto horario y maldice no poder dejar ahora el trabajo porque el cabrón de su jefe no le firmaría los papeles y se quedaría sin poder cobrar el paro que le falta. ¡Y el dinero no cae del cielo! ¡Ni sus dos hijos de tres y cinco años se alimentan del aire! Y más, estando su marido como está en el paro.

Todo el mundo al que le comenta la situación le dice lo mismo: aguanta. Son malos tiempos y te llevas cien euros libres de impuestos cada fin de semana y cincuenta los festivos. Esto tiene que cambiar. No puede durar mucho.

Mientras se calma, apoya su espalda contra la pared del baño. Se mira las piernas. Sus varices parecen morcillas de Burgos y el dolor de riñones viene y va como si estuviera enchufado a un interruptor que se apaga y se enciende. Aguantar, dicen. Aguantar el trabajo sofocante, los tocamientos de los borrachos y babosos que te rozan el culo al pasar como si se tratara de una casualidad. Los malos modos de mi jefe y su cara de vinagre. Las horas y horas yendo de aquí para allá con la bandeja llena de platos, o de copas o de refrescos. Y encima me hablan de los cincuenta euros como si fueran una bicoca. Pero no dicen nada de los billetes que debe apartar cada media hora y sacarlos de la caja registradora porque no caben. ¡Que para eso es el jefe…! ¡Coño! Pues si es el jefe que lo trabaje y no me tenga aquí como si fuera de su propiedad.

-¡Qué! ¿Otra vez del Baño?

Maria José no contesta

-Pues que sepas que hoy hay mucha faena y hay que aprovechar. Así que entre tus descansos y tu bajo rendimiento hoy te queda estar aquí hasta que cerremos. Y me voy a pensar si te doy o no los cincuenta euros.

En la radio, el locutor dice que esta Semana Santa, la ocupación hotelera está siendo del 100% y que eso redundará en los índices del paro.

Una lágrima desborda a Maria José.

7 comentarios en “Cuento: Bodegón coetáneo

  1. «Aguanta… esto tiene que cambiar. No puede durar mucho.»

    No importa tanto el cómo lo decimos sino el qué queremos decir. Esa es la reflexión que me provoca la lectura de tu relato hoy. Que, como pincelada al modo en que lo hicieran los impresionistas, retratas un aquí y un ahora tan auténtico que demuele el discurso oficial decretado de que nos estamos «recuperando» económicamente.

    Muy bueno, Cele. Muy bueno.

    Salud.

  2. Un pais plagado de esperpentos, como el que relatas. Esa es la consecuencia de la «divina» reforma laboral que alaban de Norte a Sur. Precario sobre precario . Los trileros malditos en lugar de pagar con justicia, se iran de nuevo de rositas. Como siempre las dos varas de medir que siempre nos aplican. Salud.

  3. Es triste y duro este relato, pero es la verdad que acontece cada día a miles de personas.

  4. Demoledora historia y q injustamente se repite sin parar. Demasiadas humillaciones para tener q mal vivir por eso muchos se están abandonado.. y maldicen haber nacido. No entienden nada pq solo se han dedicado a trabajar. Pero aquí en el palacio de los recortes parecen no enterarse de nada y para eso los 17 asquerosos fueron a reunirse para felicitarle por hundirnos en la miseria y hacerles mas ricos a ellos.
    Gracias Cele por denunciar cada día el sufrimiento de muchos.
    Salud amigos
    Denunció acoso, no la creyeron y a los 15 días su jefe le amputó un dedo
    http://www.istas.net/web/abretexto.asp?idtexto=3700

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